Septicemia

Porque tenemos somos, de celestial
Infierno, sangre
Mala gachadita traidora burbujeante.
Porque habemos la bestia galopante,
Un coso loco, recorrompido a cuestas;
Daños trepanantes, sañas lastimares,
Y amores purulentos,
que se infectan rancian.
En la saliva sal, de lengua infamia
Mentirosa humana repugnancia
Y el humor como un tumor tomate,
Rojo, granate, tomá matate!
Revulsivos, perfectos y normales,
Actos del culo, meonas dignidades,
Lo subterfugio no, al responsable
Al gil quiero morir por tanto disparate.
Comer no dormir tampoco, demasiar
Menos
Agrios sueros vacunas y solubles
Epitelios, he sido envenenado
Adentro mismo de la leche
Láctea, una sustancia me corre
Un abyecto licuado en la banana,
La sangre cuándo?
Y la hora de ahora, cuándo?
El momento de hervir,
Hacer guiso
A la llamada, a la desaguisada gente,
hacerla escoria, ceniza, carboncito
Por el fuego, el hierro, el pito
qué me importa
si después la lluvia lavandina
enherbolada, tibia, todo deslastima.
Nadando me he desperezado,
La cama está mojada, de odio
Carnal imperdonable, ateo
Y voluptuosas ganas de iracidio
de exabruptos asesinos,
de secarme poro a poro en lacerante
En la toballa pétrea del fastidio,
Y en el no aguanto más
A tanto tonto, bruto, destructivo
Hacer saber en vano, en fin
que todo corazón, el del niño
El del anciano, el de un sapito,
El mío
Puede, quiere, necesita
ser un poquito
Más brutal y rebelarse
ante el necio, cruel, feroz, puto
vecino.
Descandadé por tanto, la llave de la puerta
Del cajón marcado en cruz;
luego
Fui sacando,
Las trabas y los lacres y entonces
Mis ojos orbitados, vieron relamieron
Los puñales, las balas, los garrotes,
Me hice limpiar bien el sable,
Y un buche largo,
al botellón de ácido;
unté mi pistola en acre vaselina,
obra de arte, filo y vidrio
y una vez fuera
monté en la sombra
de un potro macho, fálico, violento
y yo vestido con capa del sadismo,
bellísimo, dentado
dispuse atormentar lo inicuo,
en castellano:
venirme malo, más que el carajo,
cubrirme de suplicios
y en un poseso vendaval, algo carnívoro
hacer acopio de enterezas, de bondades
que se desaten
en la forma más atroz
y el dolor más exquisito.
Después, me comí un pancho.