lundi 4 juin 2007

Mi segundo vecino, el que se sienta a mi izquierda (el autobús tiene tres asientos en cada fila), es diferente: cerrado en sí mismo, poco hablador y nada participativo. Enseguida llama la atención porque, por lo general, la gente de aquí se muestra abierta, pronta a entablar conversación, dispuesta a contar cosas y a expresar toda clase de opiniones. Hasta ahora tan sólo me ha dicho que no trabaja y que tiene problemas. ¿Qué tipo de problemas?, no me lo ha dicho.
Pero finalmente, cuando el inmenso bosque empieza a disminuir y a reducirse -señal de que estamos llegando a Kumasi-, se decide a confesarme algo. En efecto, tiene problemas. Está enfermo. No siempre, no sin cesar, pero de vez en cuando, periódicamente, sí lo está. Ya ha ido a ver a varios especialistas ghaneses pero no le han ayudado. El asunto consiste en que en la cabeza, dentro del cráneo, tiene animales. No es que los vea, piense en ellos o les tenga miedo. No, nada de eso. Se trata de que estos animales están dentro de su cabeza, allí viven, corren, pacen, cazan o, simplemente, duermen. Cuando se trata de animales dóciles, tales como antílopes, cebras o jirafas, lo soporta todo muy bien, incluso resultan agradables. Pero a veces viene un león hambriento. Como tiene hambre y está furioso, ruge. Entonces, el rugido de ese león hace que le estalle el cráneo.

Ryszard Kapuscinski,
ÉBANO

0 Comments:

Enregistrer un commentaire

<< Home