vendredi 11 juillet 2003

Este insomne sopor de ahora me recuerda aquella noche, en Manhattan, cuando fui agasajado por cierta dama. Bueno, casualmente Groucho me había caído en casa, un poco de sopetón la verdad, y para no escuchar sus lloriqueos me lo llevé conmigo. Lo hice más que nada para levantarle el ánimo, y de paso darle ocasión de que se contara algunos chistes durante el ágape, pues su calidad de bufón fue siempre harto reconocida. Admito sinceramente que a veces se demostraba por demás ocurrente, con una cuota de histrionismo bastante logrado.
En fin. Cuestión que termina la comilona y cuando me retiraba, enferma mi alma de ver y oir tanto snobismo y tilinguería, la señorita anfitriona me acompaña a la puerta y en la frívola ceremonia de despedida, entre flashes de paparazzi y rodeado de cronistas, resulta que no voy y sin decir "agua va" le largo aquello luego tan famoso y comentado, aquello de:
"He pasado una velada magnífica; no ésta, precisamente"

De más mencionar las risotadas del Mundo, y a la vez la desaparición de toda sonrisa y la pera temblequeante de Miss Chretien, que así se llamaba ma´am (asumo que era de ascendencia normanda prestada y le cabían ambas etimologías: cristiana sí, mas cretina también).
Empero, lo que me interesa es iluminar una otra cosa. Es poner negro sobre blanco; dar la idea del carácter mezquino de este buen señor quien se decía mi goodfellow. A ver si me explico, caramba: parece que Groucho andaba como siempre parando la oreja para birlarse alguna gracia ajena. Dicho y hecho; tal y como sucedió: más tarde repetiría mis palabras de esa noche una y otra vez hasta el cansancio. Tanto que consiguió que toda su brumosa superficialidad de él, se apropiara de las luces a las cuales, por otro lado, yo ya había renunciado por vanas.
Una anécdota, sólo eso.

0 Comments:

Enregistrer un commentaire

<< Home