Según,
Se escribe solo y va surgiendo
De los fondos de blancura o brillo
Sarmentosos y bochornos hacinados...
Diáfanos, enmarañados...
Las horas seguiría amontonando palabritas,
Así con tantas rúbricas y merecimientos...
Menciones, princesas,
O,
Quebrando las inercias del vigor planchado
Uno queda si decirlo simple o recargado,
Entre zancadas menuditas, de azúcar rezumante
Para el peatón o peón acalambrado,
Y,
como no te sale, a vos o a nadie
nunca
eso de Ser de la poesía espolvoreada a gusto,
Balbuceamos cordialmente y damos sepultura
El cariz fangoso de expresión tocada,
Al rumbo de las desmesuradas
Orlas del tango, crepúsculos, medallas.
Es un paso, un esquive, un desafío
A voz en cuello,
Célebres, gritones, medio poseídos:
- “¡Qué confines se hacen metas,
O cuál de los idilios desaliento...?
Preferí del frenesí la llaga rea
Y me di al caracoleo y suculento,
Sobresaltos, deshoras peripecias...
Fui tanteando,
Me poblé de estrépitos y estruendos.”
Visión,
vinos... besuqueo...
Timbrados aposentos,
calabozos aromados de vellones
de mazorcas, telarañas, fardos, heno
solo y mal acompañado, dando aliento
y sentencia al bailoteo, a veces desalmado
y siempres (pluralmente) insurrecto.
Y si no se entiende lo lamento,
El entremés estremecido, ya empezamos...
Ahora cuesta a cuestas,
El extenuado hito, extenuadito...
vieron, Ya sabía:
no hay ribete que no espasme
Ni escasea la catástrofe,
de tremendar, ostentar y ver fastuoso,
lo disipado hacer disforme,
frondarlo, jadear de litigioso
e impregnar de propias cornamentas
lo escribido,
viniendo a ser hacerlo,
a la mujer grandilocuente, émula, dilecta
y
al engolado esposo, señor, imperio.
Se escribe solo y va surgiendo
De los fondos de blancura o brillo
Sarmentosos y bochornos hacinados...
Diáfanos, enmarañados...
Las horas seguiría amontonando palabritas,
Así con tantas rúbricas y merecimientos...
Menciones, princesas,
O,
Quebrando las inercias del vigor planchado
Uno queda si decirlo simple o recargado,
Entre zancadas menuditas, de azúcar rezumante
Para el peatón o peón acalambrado,
Y,
como no te sale, a vos o a nadie
nunca
eso de Ser de la poesía espolvoreada a gusto,
Balbuceamos cordialmente y damos sepultura
El cariz fangoso de expresión tocada,
Al rumbo de las desmesuradas
Orlas del tango, crepúsculos, medallas.
Es un paso, un esquive, un desafío
A voz en cuello,
Célebres, gritones, medio poseídos:
- “¡Qué confines se hacen metas,
O cuál de los idilios desaliento...?
Preferí del frenesí la llaga rea
Y me di al caracoleo y suculento,
Sobresaltos, deshoras peripecias...
Fui tanteando,
Me poblé de estrépitos y estruendos.”
Visión,
vinos... besuqueo...
Timbrados aposentos,
calabozos aromados de vellones
de mazorcas, telarañas, fardos, heno
solo y mal acompañado, dando aliento
y sentencia al bailoteo, a veces desalmado
y siempres (pluralmente) insurrecto.
Y si no se entiende lo lamento,
El entremés estremecido, ya empezamos...
Ahora cuesta a cuestas,
El extenuado hito, extenuadito...
vieron, Ya sabía:
no hay ribete que no espasme
Ni escasea la catástrofe,
de tremendar, ostentar y ver fastuoso,
lo disipado hacer disforme,
frondarlo, jadear de litigioso
e impregnar de propias cornamentas
lo escribido,
viniendo a ser hacerlo,
a la mujer grandilocuente, émula, dilecta
y
al engolado esposo, señor, imperio.
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