samedi 22 mars 2008

Partogénesis y sepultura de Gilda

La voz ultratumbina enzarza,
hilvana el cordel auricular purpúreo
que aúna la tripa de ideas restallante,
como un dosel hurtado a las cornisas siderales
del ritmo de marimba, que allí relumbra gacho;
hiede a tufo de compota,
a ramalazo del dispéptico sufriente,
o quien se caga mismo en su perramus
so pretexto de lo podre amusical y fofo.
Desde el vino, el odre que rebalsa y que resbala
en la bailanta eterna, un cacho;
al chinchupan en el mayor aplomo,
del comensal enjuto;
así grasienta y centelleante
viva en la mondonga mezcolanza.
Los mancebos apiñados por adentro,
el garabato de una piel mojada,
su raída y tumba vertiente
con estrépito sobrado es maleficio
y pedestal del cumbiero diamantino;
luego, entre las moscas
que le dan al tiqui tic tiqui tic,
en su pulso rapaz y desprolijo,
babean algo en forma de mensaje,
candil que auspicia en el marote nuestro,
rendido, repulsivo, una pus edificante.
Paisaje de culos, el dómine copioso,
un brebaje coagulado, un charco y un estanque
do merenda el chancho sonajero,
turba,
pegotea;
y muerta Gilda o loba, émulas y críos
de sus tetas secas liban,
remas romuladas
una luenga dote cual lechazo de cultura,
emplaste acre merengado y dulcorante,
central y equilibrante
eje;
sebo, savia y filamento
del banano ser humano.

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