¡CHE LÍRICA, ANDÁ PRENDÉME EL CALEFÓN!
¿Por qué no abordarlo el punto,
mi vida, la cuestión?
El punto de la vida, ¿eh?
Por una vez, te pido
Que: ¡che!
me escuches
(pará con eso un cacho al meno)
Tesplico y atendeme:
Es mi vida la que tuso
aciaga sí, admonitoria en sarta
perentoria de existencia
empirujada de escozor atiborrada;
Ahora, digo yo dos puntos:
(escuchen las fanfarrias fanfarronas)
de puro abriboca es mi confieso
que el láudano leudó
fui yo se lo zampó: me vi cuando me via
y no me caben dudas
en lo sojos
redondeles
todos rojos
Como tuver, sí tuve, una tos compulsa
por el pulmón crucificado / larvado
(pobre cuerpito ajeno al parabién)
que fue sujeto de tormento
de un granuja
de un holgazán de barrabás
un ser ciclán y huevo tuerto
que se tupió de farsas e impostura
abstruso de cacumen en el huerto
y tal cual: muerto por rotura
¿Lo ves? Por favor vela
agioto esta parva que detento
en el vibrar de mi vihuela
y es toda dulcedumbre el canto
de ella almacenar en el estanto
por vos y tu contento
la comparto
pero dale la chance, daselá
si no a mí, al ratoncito
al mur del estropajo
Y madre yo seguro que te parto / el plebiscito
¡de estoy tan estro que me pajo!
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