mardi 14 novembre 2006

Después de levantar el último plato, el jefe de mozos tomó el micrófono. Hicieron bajar la música: estaba tocando el grupo Los Seis de la Granja su tema Baión de la abeja con la araña. El jefe cedió la palabra al director de cocineros, máximo responsable de nuestro privilegiado acceso a tantas facilidades culinarias. Bueno, chicos, ahora pasemos a las mesas de dulces. Tienen masitas Elsies, de almendras, de azúcar, de coco, palitos de almendras, helados y refresco de duraznos, leyó, y se tuvo que acomodar varias veces los lentes, que se le patinaban por el tobogán de la nariz. El gran chef de chefs siguió con un lacerante discurso sobre la importancia de la buena interpretación de la diversidad repostera, a modo de introducción del tramo final de su oratoria crecientemente pomposa: la receta de la torta. Por intermedio de la misma, empezó, podrán obtener 20 porciones de tamaño regular, tras una preparación que ronda los 55 minutos y una cocción posterior, a horno suave, de 1 hora diez. Síganme, chiquitines, no se pierdan en la hora más importante que es la de los ingredientes. Vamos a necesitar huevos, y de ellos, las claras; harina: una taza. Luego tomamos la cucharadita, que es como una cucharita con el objeto a cucharear encima, continuaba el hombre ante los atónitos oídos de los nenes, y ponemos: un cuarto de sal, una entera de cremor tártaro, otro cuarto de extracto de almendras y entonces, dejamos a la pequeñita y agarramos a su hermana mayor, la cuchara, y la miramos con amor. Y de nuevo la taza, una y media veces mediremos de azúcar cernida. ¡Adentro! El ímpetu apasionado del tortero se apoderaba del orador, como si las personalidades se hubieran escindido, y terminó su nómina de ingredientes con espuma en la boca. Unas gotas de esencia de vainilla, crema chantillí hecha con 400 gramos de leche y 5 cucharadas de azúcar impalpable. Aplausos. Silbidos y vítores estallan en las filas de los cocineros de menor rango. Uno de los asistentes se acercó y le secó la frente, y le alcanzó un vaso, que había logrado abrirse paso saltando de mano en mano, con un líquido color cereza; creo que era un Sydney, un trago largo que lleva cherry brandy, granadina, limón, azúcar, gin y hielo, completando con agua helada. Violentamente el jefe lo aferró y mirando al horizonte se lo estrelló contra el paladar. ¡Otro! vociferó. Y llegaba el martirio de la preparación. El hombre estaba muy despeinado. Una vena horizontal le ocupaba la mitad de la frente, quedando ésta partida en dos regiones. ¡Atención! ¡Preparación, señores! gritó con férreo acento castrense, y el resto le salió con un viento huracanado, todo de corrido; algunos chicos no lo resistieron y rompieron en desgarrador llanto. Cerner la harina medir y volver a cerner cuatro veces más batir las claras junto con la sal con un batidor de alambre o batidora cuando estén espumosas agregar el cremor tártaro y continuar batiendo carajo hasta que las claras queden lo suficientemente espesas como para formar picos al levantar el batidor ¿dónde está el trago que pedí? pero sin estar excesivamente secas agregar el azúcar a las claras poco a poco dos cucharaditas cada vez y seguir mezclando así hasta que toda el azúcar haya sido incorporada añadir luego al preparado la vainilla y el extracto de almendras una vez mezclados estos últimos ingredientes cerner sobre el preparado una pequeña cantidad de harina y revolver cuidadosamente... En posición de firme y cuadrándose, otro asistente le extendía un trago. No era igual al primero, era un trago corto que preguntando más tarde conseguí que me revelasen se llama Chinito y lleva ron, granadina, curaçao, marrasquino, un chorrito de angostura y hielo picado. Cargólo el tipo a su garguero y volvió a solicitar otro vaso, de cualquier cosa, según aclaró... continuar mezclando la harina poco a poco hasta terminar con la cantidad indicada colocar el compuesto en un molde con hueco central y sin enmantecar porque los cago a patadas poner el molde en horno suave durante una hora más o menos comenzar dando al horno una temperatura de alrededor de 135 grados y después de 30 minutos aumentar el calor a 160° una vez terminada la cocción ¡mi copa mierda traemelá vos sí vos tagarna! retirar el molde del horno e invertir encima de una rejilla por espacio de una hora más o menos también hasta que esté fría la torta cubrirla con una parte de la crema chantillí con la otra decorar por medio de una manga con boquilla rizada. No sabíamos si había o no terminado, pero de todos modos antes de caerse se chupó un Támesis para el que le interese, tiene whiskey, limón, vermut, Cointreau y, como siempre, hielo picado. Después me enteré que ya venía medio mamado de otra fiesta donde recitó la forma de preparar un Vol-au-vent de jamón. Y sí, nomás una vida en el vértigo de charlas, congresos y disertaciones, y el stress entre trago y trago se remontaba con ponches, licores y cócteles entre plato y plato. Por un momento eructé mi admiración ante esa existencia entre erudita berp y aventurera, alternando glorias de entremeses con miserias etílicas; panes, aderezos y resacas.

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